Cuando queden pocas formas de expresarse, te acordarás de cuando estaba permitido pensar.

viernes, 1 de febrero de 2013

Capítulo 4: Every snowflake is different


Every snowflake is different~  

Capítulo 4: No hay mal que por bien no venga




Me le quedé mirando por un rato. No atinaba a hacer ni decir nada más.
"¿Ella?" me preguntaba fastidioso mi subconsciente "No puede ser ella".
— ¿Scarleth? — me llamó, en algún momento Nathaniel — ¡Scarleth! — insistió moviéndome de los hombros, en un intento de traerme de vuelta.
— ¿Que tiene ella que ver? — inquirí, como si no hubiera entendido el mensaje.
— ¿Le conoces entonces? — me miró, con un gesto entre impasible y extrañado, esperando alguna otra reacción — Es la nueva escritora...
Divagué otro rato; por un momento, cuando desperté en mi casa después del furtivo encuentro, parecí olvidarme por un rato de ella y de habérmela encontrado en las puertas de Oohel.
Si ella era la escritora aludida, eso significa que, en primer lugar había escrito un libro y que era realmente bueno, y en segundo, pero no menos catastrófico, trabajaba bajo los mismos edificios que yo. No me la imaginaba dentro de esta carrera, en el tiempo que llevamos de relación, nunca mostró un interés por mi trabajo, fuera de leer mis novelas, no era de esperarse que se dedicará a la literatura.
No quise hablar más del tema, estaba cansada mental y físicamente. Nathaniel se ofreció a llevarme en su auto, haciéndose de un poco a la responsabilidad de tenerme varada sin poder tomar un bus a la hora.
Aunque el camino fue ciertamente tenso, y mi editor se empeñaba insistente en ahondar de nuevo en el tema de la autora que me había apoyado, yo esquivé todos sus intentos, dejando en claro que no tenía ganas de discutir el tema. El pareció ofenderse de alguna manera, sin embargo lo entendió.
— Por cierto... — empezó a hablar, una vez habíamos llegado a mi zona, y yo me disponía a bajar del auto — Te veo mañana a las 12:00, ¿Estamos? — prácticamente, ordenó.
— De acuerdo, ¿Puedo preguntar por algo en especial? — inquirí, adelantándome en salir, para esperar la respuesta a través de la ventanilla abierta.
— Ya lo verás preciosa — vaciló, arrancando el auto enseguida, casi llevándome a mí y dejándome maldiciendo en par un rato.

~♦~♦~♦~

La mañana hizo acto de presencia en Amoris Ville, aunque el invierno socarrón insistiera en mantener los cielos teñidos de un azul noche, a las aún 7:00 horas.
Sentí que me había espabilado un poco más temprano de la costumbre, en parte por las horas de sueño cobradas el día anterior, y mi no muy lógico abatimiento obtenido por la charla tensa con mi editor, la noche pasada.
Aún era temprano, así que me dí mi tiempo para desayunar y vaguear un rato, hasta que recibí una llamada de Diana que, esta vez no tenía razón para ignorar.
— Ignorame, no te preocupes — vaciló ella al contestar — ¿Que es de ti?
— Drama, drama y ¡Ah si! Drama. Y no te estoy ignorando — contesté, caminando por la casa sin zapatos.
Era un poco ridículo que viviendo exactamente en frente, estuviéramos charlando por teléfono, pero apuesto lo que sea a que esto era porque ninguna de las dos tenía ganas de salir de sus recintos.
— Me lo imagino, después de la cara de mil demonios que te cargabas el otro día, que ni me viste pasar — dijo, recordándome en automático los eventos desafortunados del día de ayer
— Perdona, es que andaba metida en un mundo lejano — confesé, cuando oí algo parecido a una hoja metálica del otro lado de la línea — ¿Que haces? ¿Asesinas a alguien?
— Re-cortada, eh — bufó, a lo que contesté riendo — Si, a un muñeco de prueba con tu nombre — volví a escuchar el sonido del aire cortado.
— ¿Y charlas conmigo al mismo tiempo? Algún día te denunciarán por ninja — contesté, a este punto de la conversación ambas reíamos — Me matarías a mi si no pudiera correr. — me burlé.
— ¿Me estas retando? — ambas reímos, quizá mas de lo que ameritaba el momento.
Estuve otro rato charlando con Diana, mi vecina de enfrente, la única persona que sabía un poco más sobre mí de lo que permitiría a cualquier otra persona saber.
Cuando empecé a caer en cuenta, el tiempo se me había ido y tuve que correr para alcanzar el bus.

~♦~♦~♦~

Me encontré de pie como estaba, mirando con cara de idiota las puertas de la editorial e imprenta Oohel.
No quería entrar, quería meterme bajo las sábanas todo el día, a ser posible todo el mes. Pero, suponiendo que yo fuera una adulta responsable y madura, sabía que tenía la responsabilidad de aclarar todo esto de una vez, y sin engañarme a mi misma, también sabía que debía arreglar las cosas no solo con la imprenta, si no con la chica que se ha dignado aparecer  después de casi 4 años.
Suspiré, con los pies pesados y un mohín de disgusto en la cara, entré.
En cierta forma esperaba encontrarme con Rosalya en la entrada, más la primera imagen conocida que vi fue la de Elizabeth, una de las escritoras más veteranas  y románticas dentro de la empresa.
—Buenos días — saludé al pasar por su lado.
—Celorio, buenos días — contestó apenas.
Se veía muy entretenida en un libro y completamente ajena al mundo exterior. Sonreí sin querer por los gestos múltiples que regalaba al leer y comenté:
—¿Buen libro?
—Demasiado — levantó la mirada entonces, se acomodó los anteojos y me sonrió — ¿Lo leíste ya?
Levantó el libro, dejándome ver la portada bastante llamativa y llena de color. Pero eso no era todo.
Era pasta dura. La imprenta no utilizaba la pasta dura jamás, sobre todo porque era muy costosa y no valía la pena, a menos que sea una obra demandada y se pueda ceder el lujo no realmente indispensable. El otro pequeño detalle, era el nombre que bailaba entre letras cursivas en la parte inferior al título  donde se supone va el nombre del autor o autora. Rosalya D' Meilhan.
"Ese nombre me persigue". Pensé.
—Es maravilloso, armará controversia yo lo se, ¿Quien diría que algo tan simple como un romance adolescente tendría tal respuesta? — decía Elizabeth — ¿Pasa algo querida?
—¿Eh? No no, ¿Puedo ver? — estiré la mano y tomé el libro.
No era tan grueso, y la portada era realmente bella. Eso podía explicar el porque de atrasar las obras de otros escritores, más aún no despachaba la incógnita acerca de su gran éxito.
El título era simple, pero hermoso. "Copos de nieve"; te situaba en un ambiente invernal que exhortaba a un romance dulce y juvenil, y en la portada se dibujaba una banca en el parque, cubierta de nieve y con un joven violinista masculino tocando a un lado.
—¿De que trata?—pregunté.
Ni bien, antes de que Elizabeth pudiera responder a mi pregunta, abrí la tapa de cartón plastificado.
Eso fue todo, no necesité más respuesta para conocer el principio y fin de la historia, incluso lo que pasó antes y lo que ocurre después de la última letra.
Demasiados recuerdos para ser asimilados. Solté el libro de golpe, escuché su quejido al chocar contra el piso y salí corriendo, al igual que hacia con todos los problemas de mi vida.

*Crónicas de una vida revuelta; el libro en el que trabaja Scarleth... si, no tengo imaginación xD

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